Vactor – Vactor C33

 

 

Primera referencia de Vactor bajo el mismo nombre, en el cual la combinación de secuencias de densas ondas sonoras, melodías arpegiadas, el latido de ritmos sintéticos y voces narrativas y monótonas dan lugar a un distópico paisaje sonoro. La atmósfera es oscura, las maquinas se desintegran pero el optimismo persiste. Las letras evocan, inculcan sentimientos asociados a sonidos industriales de calidad cinematográfica, mientras hablan del proceso creativo, la fuerza de voluntad i la superación de obstáculos. «The Source» y «Night Dust» vienen acompañadas de Mark Cunningham a la trompeta.

 

 

 

Cara A:

 

Between Worlds
The Source*
Many Ways

 

 

Cara B:

 

Rubber
Bad Blood
Night Dust*

 

*con Mark Cunningham

 

 

RESEÑAS:

 

“Vactor” (ANM 002) es fruto del trabajo creativo/tecnológico más obstinado y disciplinado al que seguramente la pareja se haya librado nunca. Seis canciones que han visto la luz tras meses de brainstorming y metros cuadrados de post-its y esquemas de sincronización. Las tareas en el grupo para esta primera emisión están perfectamente polarizadas. Ivy es la cara volátil. Su imponente voz escupe argón sobre un mundo al que parece no querer abrirse del todo, aunque lo conozca perfectamente. Si ella flota es porque sabe de qué depende el equilibrio de los demás. Arnau vuela mucho más al raso. Como un motorista con poco tiempo por delante. Crear estructuras sólidas no es algo nuevo para él. Arnau lleva tocando la batería desde los 14. La diferencia es que ahora le han crecido muelles por dentro. Sus patrones para Vactor son elásticos y concisos. Lentos en el fondo, pero veloces en la superficie.
Algunas de estas canciones invitan al baile quebrado, como “Between Worlds”, un cañonazo que debería insuflar nueva vida al bartop dancing o, si se me apura, a cualquier pasarela de moda con los cojones bien puestos. Otras nos condenan directamente al asalto sexual. O a nuestras perversiones más desastradas. “Rubber”, por ejemplo, es demasiado explícita para no querérnosla meter por todos y cada uno de nuestros agujeros.
“Bad Blood”, en cambio, nos acerca lo máximo posible al Sol. Las heridas se nos cierran y sólo quedan cicatrices. Por dentro, eso sí, ya nada es lo mismo. Mala sangre para poder mirar como mira la mayoría. Mala sangre para poder perderse entre la gente y volver a ser anónimo… Con esta caligrafía se escriben las mejores canciones.
En “Vactor” también hay espacio para la contención. Lo que no significa que debamos bajar la guardia. “The Source” y “Night Dust” nos miman desde el primer segundo. Nos agarran de la mano, suavemente, y nos acompañan a un callejón. Lentamente nos quitan la ropa. Sólo entonces escuchamos la hoja de una navaja silbando por encima de nuestra cadera. Por un momento creímos que todo iba a salir bien. Que al menos moriríamos matando. Nos escurrimos lentamente mientras escuchamos el tañido taciturno de Mark Cunnigham, tocando a dos manzanas de nuestro lecho de sangre.
Escuchando a Vactor he llegado a perderme en una ciudad que conozco como la palma de mi mano. Me he sentido más observado de lo normal.  También he podido mirarme por dentro, con los ojos fuera de las órbitas. Me he exhibido en metros, terrazas y cenas de amigos. No me han atropellado un par de veces porque, como me dice mi madre, debo tener una flor en el culo. Pero lo que más me inquieta es las enormes ganas que me han entrado de raparme al cero. Tanto es así que finalmente he tenido que hacerlo. Veremos cómo me miran mañana en el trabajo. Como mínimo sé que estoy en buenas manos.
-Adrián de Alfonso, Berlin 2012.

 

 

ANM002

Cinta de cassette de 33 minutos.
Primera edición de 100 copias.
Cassette gris claro de calidad férrica.
Portadas impresas en letterpress en papel de 300 gramos.
Masterizado en Brooklyn por R. Mexico.

Between Worlds

Rubber

Esta edición está AGOTADA

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